March 11, 2014 Venta de Poesía 0

Yo pecador
me confieso
ante Dios
por no mostrar
mi desnudez.

Mi falsa moral
me impide
disfrutar a plenitud
el sexo que multiplica
y renueva la vida.

Escuchad esta canción:
las aves tuestan en los budares
las primeras arepas del día.

Pan de canto son
en la luminosidad del alba.

El rocío tiene frío
tiembla sobre las flores.

Tirita el rocío
para que la luz penetre.

El rocío y la luz
tienen sexo
entre los estambres
de las bromelias.

Una morbosa mirada humana
no puede atisbar
la gloria de la cópula.

Amo las tortugas
cuando escandalizan de placer.
Es la Única vez que se las oye.
Llevan en la caparazón
el silencio prolongado como el invierno.

Las mariposas bailan
como si titilaran en el cielo.
No dibujan la acrobacia perfecta
del cóndor sobre los nevados.
Danzan
Como si tuviesen zapatillas
bajo los aéreos pies
de una bailarina
en El lago de los cisnes.
Chaikovsky copuló en ese ballet
como Beethoven
en su Novena Sinfonía
o la yegua bajo la arremetida
del potro primerizo.

¡Escuchadme! Hace mucho tiempo
lo supe desde siempre:
el hombre se cubrió de trapos
y nació el pudor.

Fue allí
cuando el amor del Homo sapiens
se hizo clandestino.