Alejaos de mí, duendes inquisidores ¿Por qué me interrogáis si yo no quiero responder vuestro acoso?
Ah, caballero gris, ese, mi otro que fui cuando la peste asolaba Francia ¿Qué pretendes si vivo en el veintiuno de los siglos contados después que a Cristo lo crucificaron?
Eres apenas, un recuerdo genético, uno de tantos duendes, fantasmas que me pueblan, un maniático loco que me obliga a hacer versos: neurótica visión del Universo esta que llevo dentro, el conflicto letal que no resuelvo, la fiebre del poeta, una cicuta que no termina nunca: ¡Amargos de silencio!